Andaba yo en mis tareas docentes, empeñado en conseguir que el colegio “Apóstol San Pablo”, —nacido para envejecer
a corto plazo—, ¿?,
compartiendo docencia con mi compañero Juan José R. Villarroel, a la sazón director
de prestigio en el mundo musical de las corales burgalesas. Sus muestras diarias
de entusiasmo en torno a la Coral de Cámara “San Esteban”, que era su ensueño permanente,
le llevaron a convertirme en coralista añadiéndome al grupo de los bajos, sin otro mérito que mi afición al canto. No
era un buen momento porque la tarea docente que compartíamos consumía la mayor
parte de mi tiempo. Mi condición de responsable en la buena marcha del nuevo
colegio significaba una atención sin límite horario alguno, y añadir un nuevo
compromiso cultural lo hacía más difícil todavía. Sin embargo, ganó su insistencia
y me convirtió en un hombre feliz participando en ensayos y conciertos, en la más
hermosa experiencia de coralista, siempre soñada y nunca realizada, hasta aquella feliz incorporación..
Incluso me cupo el honor de vivir
la primera de las grabaciones LP del grupo, de cuyo programa forma parte la que
es expresión magnífica protagonizada por el solista José Ignacio M. Eraña.
compañero también en el colegio, y voz entre voces magistrales, para
interpretar “Una sañosa Porfía” composición genial del autor Juan del Encina en
el siglo XVI.
Pasados casi cuarenta años de experiencia musical con el grupo, decidí disfrutar de su música desde la grada junto a los melómanos adictos y, ahora, me entretengo en divulgar las numerosas hazañas del colectivo con muestras video-grabadas de su bien hacer.
Nota. El Colegio Apóstol San Pablo, contra viento y marea, sigue lleno de prestigio y dispuesto a convertirse en cincuentenario (1975/2025)