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domingo, 21 de julio de 2024
lunes, 15 de julio de 2024
UNA PUESTA A PUNTO
miércoles, 26 de junio de 2024
SAN VICENTE DE ALCÁNTARA, VALENCIA DE ALCÁNTARA. MARVAO, ALBURQUERQUE...
martes, 25 de junio de 2024
"...SOLO PARA "CORALISTOS" CURTIDOS
“…Y los bajos tuvieron su reunión…!
― ¡Qué éxito, tío!
― ¡Y como sonó!
― ¡Que auditorio! (tampoco hay que
exagerar)
― ¡Qué trufas!
― ¡De Rvda. Madre!
― ¿Y lo de Alicia?
―¡¡¡Inconmensurable!!!
― ¿Y, si un día se nos va?
―¡¡¡Imposible!!! Gritaron todos como a
quien le pisan el más protegido de sus callos reventones.
Había que oír
a estas mentes calenturientas después de la misa dominical en San Nicolás.
Mejor dicho, después de la tercera ronda de tintos en el “Twenty”. En fin, que,
entre estos comentarios y la alegría del Rioja en el cuerpo, no quedó más
remedio que convocar, por fin y con carácter de urgencia, la tan reiterada
reunión de bajos. Era preciso eliminar, atajar o cuando menos prevenir la
posibilidad de una ausencia definitiva de la solista.
― ¡Hay que hacer algo para impedirlo
por si algún día le da un mal aire a la chica!, dijo Sisi.
― ¡Hay que convocar una reunión de
bajos, remató “El Figuras”!
― ¿Cuándo?, ¿Cómo? ¿Dónde? Remacharon
al unísono los barítonos presentes.
― ¡Y que sea secreta!, apostilló Chema
Melchor.
― ¡Y el lugar que sea secreto también!,
añadió Adrián.
― ¡Pero coño! Aclaró Gonzalo, ¿cómo
vamos a reunirnos si no sabemos donde? … ¡Te jode!...
― Bueno, haya paz, dijo Sisi. Nos
reuniremos en el taller de chapa y pintura de mi centro, durante una clase
práctica para garantizar el despiste.
― “Pero Sisi”, dijo Eduardo; “¡con
tantas mazas vapuleando carrocerías no habrá quien se entienda!”
― “No te preocupes Edu, pondremos
“guata” acolchando los martillos y así podremos entendernos”
En fin, terminadas
las sucesivas rondas de tintos se llegó a un acuerdo razonable. La reunión se
celebraría, como procedente por vinculación, a la vera del nogal de la huerta
parroquial. Antes se desestimó una propuesta de Santiago que, aun siendo
coherente con el principio de reunión secreta acordada para la reunión, no
pareció adecuada por obvias razones de limitación. Estimaba el bajo que podía
llevarse a cabo en el interior del confesionario de Oscar, por aquello de
obligarse en el secreto de confesión, pero como queda dicho, por no haber en el
compartimiento, no hay ni sillas para los catorce esperados.
La cosa era necesaria y además urgente. Había
que buscar una solución al imprevisible más adelante de la ausencia de Alicia
en nuestras huestes. Ahora que, gracias a ella, hasta firmamos autógrafos al
final de cada concierto; ahora que nos sentimos transportados al séptimo cielo
cada vez que inunda con su voz cualquier recinto por cutre que sea; ahora, en
fin, que hemos alcanzado la gloria de su mano, ¿qué haríamos si el futuro la
obligara a abandonar el hogar común? Y así fue como se produjo la reunión de la
cuerda con un único orden del día. Buscar una suplente para el hipotético e
impensable caso de que Alicia se nos fuera de la Coral.
Abierta la
sesión siendo presidente Emilio ―un generoso abdomen da prestigio a cualquier
presidencia―, con Manolo de secretario y la cuerda al completo, el lunes 23 de
diciembre de 2002, a media tarde, y después del orujo y el turrón blando, dio
comienzo la sesión. Se fijaron los límites de las intervenciones y se insistió
en la necesidad de respetar los turnos, no apabullar en ningún caso al
contrario y, como especial propuesta de Manolo, “con la estufa puesta” por lo
del clima.
Con estas
premisas se inició el turno de intervenciones concediendo el señor presidente
la palabra a Fernando, por ser la suya la primera mano en pedir permiso para
evacuar. Expuso el bajo su criterio apuntando como la mejor solución para
cubrir con garantías la nunca deseada vacante, acudir a la búsqueda de
candidatas entre el mundo de la inmigración: búlgaras, eslavas, checas,
rumanas, letonas…
― ¡Eso, eso, tetonas! Gritaron todos a
coro.
― ¡He dicho letonas, pánfilos!...
―…porque todas son mujeres de voz
exquisita y de finura inigualable, continuó Fernando. Sobre todo, maestras en
los finales quedos, suaves, delicados, apenas perceptibles… De esos que
encandilen auditorios, remató.
―Y podemos hacer la selección como en
Operación Triunfo, dijo Jesús.
―Eso, y que las candidatas se
presenten en pelotas, dijo Adrián muy oportuno.
―Ya empezamos con chorradas, dijo Gonzalo.
¿Qué estamos buscando, voces o globos? Tú, ¡a callar!
Retomó la
palabra Fernando para insistir: …qué empastes, que finales, que…
― ¡Qué coño! Dijo Chema. ¿De donde
sacamos nosotros un puesto de trabajo fijo que es lo que buscan estas chicas?
― Pues hombre, podríamos ponerlas de
recogepelotas, se arriesgó a proponer Adrián.
― Hombre, eso era posible antes,
cuando tu padre jugaba al tenis, pero ya no juega, dijo Sisinio.
― No, si no me refiero a esas. Me
refiero a las de los coralistas del setenta y dos que empiezan ya a tenerlas
algo cailonas.
Jamás lo
hubiera dicho el chaval. Con una mirada de esas que infunden terror, se dirigió
a él Gonzalo conminándole a reconsiderar su comentario mientras echaba mano a
la hebilla de su cinturón ―nunca sabremos si para mostrar el perfecto estado de
sus atributos o si para sacudirle al sobrino unos cuantos cintarazos―. ¡O retiras de inmediato tamaña ofensa, dijo, o
te vas desterrado de por vida a la Coral Vaccea! De modo que, ante tan
deplorable alternativa, al pobre Adrián no le quedó más remedio que hacer un
discreto mutis con marcha atrás.
― Bueno, tengo otra idea, dijo Eduardo
cuando los bigotes del presidente consiguieron poner distancia entre tío y
sobrino. Se me esta ocurriendo que alguna de mis colegas de la tiza,
especializada en el tema musical, podría hacer buen papel como soprano
sustituta.
― ¡Lo que faltaba, un pendón en la
Coral!, dijo Manolo.
― ¡Oye tío, que yo he dicho sustituta
no prostituta! Se defendió su colega de la tiza.
― ¡Fuera! ¡Descartada la inmigración y
las pedagogas musicales! Gritaron todos.
Se me ocurre,
dijo un tanto trémulo el presidente a la vista del último rifirrafe, que en el
mundo de la banca tengo compañeras… “Y yo”, dijeron Chema, Gonzalo y Fernando
al unísono. “Pero ni se os ocurra porque si mal cuadran un balance de gestación,
cómo coño van a cuadrar un pentagrama”. “Además, por la Coral ha pasado ya toda
la nómina de varones de Caja Burgos y ya vale”.
Estaba yo
pensando, intervino Gonzalo, que acaso entre la gente de la provincia… Conozco
una moza casadera en mi pueblo… Estás loco, le cortaron en seco; con esos
melismas pueblerinos que cabrean a Juan cada vez que se les escapa un
quejumbroso altibajo a sopranos y contraltos, y tú quieres meter en la Coral a
una de Quintanalara…
Así fue
discurriendo la reunión, entre propuestas a cuál más desafortunadas. Algunas
incluso rayaban en el delito como la de quien se le ocurrió un secuestro selectivo
en las huestes de la competencia, ―demasiado riesgo y escasa garantía―. También
se propusieron grabaciones en “play back” para que cualquiera de los presentes,
adecuadamente camuflado, pudiera interpretar los inigualables solos de Alicia. Así,
Emilio resultaba demasiado voluminoso y daría el cante; Manolo excesivamente
alto y peludo; Eduardo, pequeño y culibajo; Gonzalo y Sisi, emparentados con la
dirección del ente, podían incurrir en prevaricación o cohecho; Jesús y
Santiago casos perdidos para la depilación… Sólo Fernando y Chema Melchor
tenían un tufillo prometedor, puesto ya de manifiesto en extemporáneas
interpretaciones avemarianas y en contados eventos coyunturales. Pero se
opusieron en redondo porque una cosa era emular a la soprano y otra muy
distinta convertirse en travestís depilados con lo que duele. En fin, que la
reunión comenzó a languidecer entre bostezos y yo me marcho que me espera
Celia, hasta que el secretario, tenso y solemne, impuso silencio e hizo oír su
voz con una propuesta insólita cuyo preámbulo dejó perplejos a todos.
Sin duda,
dijo, todos tenéis conocimiento de los famosísimos “castratos”, varones que
mediante una sencilla operación en salva sea la parte mantenían a lo largo de
su vida la envidiable voz de contratenor. Pues bien. Ahí tenemos la solución
definitiva servida en bandeja. Hay que fabricar un castrato.
El silencio
sepulcral que produjo tal propuesta y las sonrisas maliciosas de algunos
presentes convirtieron en presagio peligroso lo que hasta aquel momento se
había desarrollado con alboroto, ciertamente, pero aun así con cierta
ecuanimidad. Castrato. ¿Quién? Y todos miraron a su izquierda como si
estuvieran en la sala de ensayos.
―” No, por favor”, exclamó alarmada
una de las voces sensatas de la concurrencia. “Con los tenores, nuestros
enemigos naturales, se puede hacer cualquier cosa a escala de fogueo, pero
disparos con fuego real, jamás”.
El discrepante
salió indemne gracias a la intervención del presidente que impuso cordura a la
concurrencia, pero a punto estuvo el hombre de terminar tullido.
― ¡Ninguna concesión al enemigo! Gritó
desaforada la masa enardecida.
― ¡Castremos a todos y nos sobrarán
tiples de por vida! Dijo una voz agazapada.
― ¡No seas bestia! Dijo Santiago.
Resolveríamos el problema de Alicia, pero crearemos el vacío de una cuerda
completa. Hay que elegir a uno. A lo sumo dos para quita y pon.
Y surgió el
desmadre oral, los gritos estentóreos y la más imprudente de las alteraciones
de orden público en ámbito rectoral. Entre aquel ruido ensordecedor, el presidente
puso en pie su humanidad y terció autoritario.
― ¡O elegimos un candidato entre los
tenores o lo echamos a suerte entre los presentes, aquí y ahora!
El silencio
fue inmediato y todos se miraron el bajo vientre como quien contempla un par de
diamantes de quinientos quilates.
― Bien, bien, ya veo que hay quorum,
concluyó Emilio ante el más que evidente asentimiento. Así que decidamos qué
tenor será el “castrato”.
― ¡Estrategias! ¡Necesitamos
estrategias y disciplina para proceder!, apuntó Melchor.
― ¡No señor! ¡Primero hay que elegir
al candidato y luego señalar las estrategias! Apostilló Fernando.
― ¡Perfil! ¡Hay que elegir una silueta
aproximada a la elegancia y juventud de Alicia! Añadió Manolo.
― ¡Entonces no hay candidato porque
todos están o demasiado gordos, o demasiado calvos o con ojeras de dormir poco
por culpa de las guarradas del interné! remató Gonzalo.
― ¡Pues si no hay candidato posible entre
los tenores escogeremos a una contralto sin porlar!, se dejó oír una voz poco
informada.
― ¡Ignorante, los “castratos” tienen
que ser varones! replicó Fernando airado.
Al fin,
después de meditar a fondo, se llegó a la conclusión definitiva. Sería aquel
cuya aproximación a la silueta de Alicia diera el más digno perfil de su
persona. Con unos toques de adecuada cirugía estética, unos implantes discretos
con silicona, un depilado facial a fondo y un postizo clónico de la cabellera
de la soprano se completaría la imagen definitiva. Pero ¿quién? Contra lo que
pueda parecer, no es que no hubiera candidatos, ni que los bajos hubieran
renunciado a buscar una solución al problema en este campo. Es que llegó Oscar
en el preciso momento de las voces más airadas y después de descubrir el tema
que se estaba tratando, cogió el más grande de los hisopos que se custodian en
el Museo del Retablo, y esgrimiéndolo con decisión conminó a la concurrencia
para que abandonase de inmediato el recinto a la voz de: ¡Macarras fuera! ¡Estáis
convirtiendo el huerto en un inmundo patio de lenguaraces!
Y así, con
estos gritos, y con la sagrada amenaza en la mano, consiguió evitar lo que a
punto estuvo de convertirse en un presumible delito consumado de secuestro,
poda testicular y motín de bajos en paro.
Burgos,
26 diciembre 2005
Coral de
Cámara “San Esteban”
E.G.S.
miércoles, 19 de junio de 2024
LA CORAL CAMBIA DE RUMBO
UN PIANO EN EL ARRABAL
Este pretende ser el
relato, probablemente apasionado, de un sueño musical que, nacido con afanes
pastorales y madurado entre glorias y pesares, ha convertido su realidad en
motivo de orgullo para un barrio burgalés cargado de solera, dignidad e
historia. La Coral de Cámara «San Esteban», próximos a cumplirse los treinta
años de su existencia como grupo dedicado a la divulgación de la música del
Renacimiento, ha paseado dentro y fuera de España el topónimo de sus orígenes
con el orgullo que caracteriza a sus pobladores. Y lo ha hecho con la
castellana mesura de sus moradores y el inquieto fervor de quien ama la música
como a privilegiado don de la naturaleza humana.
Corría el año 1972 en
la parroquia del barrio. A la sazón, proseguía ésta sus alientos restauradores
de la mano de dos hombres de iglesia —D. Rodrigo Aguilera y D. Jesús López
Sobrino— ahítos ambos de entusiasmo pastoral e inquietudes artísticas. No en vano
el abandono secular de siglos en que estaba sumido el templo de San Esteban —el
más antiguo de los templos parroquiales burgaleses— inquietaba sus ánimos,
apenados de contemplar tanta incuria: escribía
dolorido don Jesús en una de sus celebradas «balconadas» que a través de la
extinta Hoja del Lunes ofrecía cada semana a la ciudad. Pero aun siendo apremiante la tarea de ponerse a recuperar
tamaño tesoro, la de atender a las necesidades espirituales de las gentes del
barrio seguía siendo la prioridad de su ministerio. Y con las necesidades del
espíritu, las culturales. Y entre estas últimas el coro parroquial, en aquel
entonces integrado por un esforzado grupo de muchachas del barrio, necesitadas
de una mano rectora que encauzara adecuadamente los innegables valores
musicales de que estaban dotadas. Y la Providencia dispuso que un joven,
—Juanito, apenas salido de la adolescencia— retornara al hogar familiar en El
Arrabal después de algunos años de internado alejado de los suyos. Llegaba ya
embarcado en las aficiones musicales y sólo precisaba de manos cualificadas que
orientaran sus manifiestas condiciones para la dirección coral. Con estas
premisas, y simultaneada con los estudios en la Escuela Universitaria del
Profesorado de EGB, se incorporó al proyecto parroquial y dedicó gran parte de
su legítimo tiempo de asueto a la propia formación musical en el Conservatorio.
Como consecuencia, un buen día, en la atalaya burgalesa del Arrabal comenzaron
a sonar, primero vacilantes y enseguida firmes y decidas, las notas de un piano
que desgranaba estudios, sonatas, suites y toda suerte de melodías prometedoras
cuyos ecos auguraban un brillante porvenir para la iniciativa que nos ocupa.
Y lo que parecía
despropósito en el lugar, para quienes juzgan apresuradamente colectivos y
conductas, se convirtió en el origen de una agrupación coral que puede hoy
mostrar con orgullo el reconocimiento de propios y extraños a su labor
divulgadora de la música coral en general y del Renacimiento, preferentemente,
en términos de exquisita e indiscutible calidad como se pretende constatar en
el presente trabajo.
Iniciados los primeros
ensayos, al reducido grupo de coralistas femeninas pronto se unieron voces
varoniles que añadieron entusiasmo al entusiasmo y conformaron el grupo que,
con el nombre de su parroquia y barrio, mostraría su bien hacer en adelante.
Si los éxitos son el
mejor incentivo para estimular cualquier digna trayectoria humana, el primero
de ellos le llegó a la Coral de Cámara «San Esteban» con la obtención de un
preciado galardón. El 24 de junio de 1973 se celebraba en el Teatro «Avenida» de
Burgos el ii festival de la canción religiosa – premio «crismón» —certamen
provincial que servía de acicate a los numerosos coros parroquiales de la
capital y provincia— y allí fueron nuestros entusiasmados coralistas a
participar. La cosa no resultaba sencilla porque en el evento musical
participaban corales de prestigio y la lucha prometía ser reñida. Sin embargo,
la calidad interpretativa mostrada por la Coral de Cámara «San Esteban» hizo
posible que el preciado trofeo se convirtiera en su primer éxito indiscutible y
con él en el trampolín definitivo para su futura trayectoria. Hoy, aquel premio
ocupa un lugar privilegiado en las vitrinas de su sede parroquial. Nuestro
pianista, consciente de las exigencias y responsabilidad que contraía con el
premio, y sin duda estimulado por él, prosigue con más intensidad si cabe su
formación musical para completar, junto con los de piano, los estudios de
Conjunto Coral, Armonía, Contrapunto, Formas musicales e Historia de la Música.
Por otro lado, el obligado contacto con los profesores del Conservatorio
significó para él y consecuentemente para la incipiente Coral el empujón
definitivo que la convertiría en un grupo especialmente cualificado para
interpretar la polifonía de los siglos XV y XVI. Hay que considerar al respecto
el decidido apoyo que recibió de D. Javier Zárate Gil —actual director del
Conservatorio— para quien las características del grupo se acomodaban sin ninguna
duda a la sensibilidad musical del Renacimiento. Hoy, el repertorio de obras de
la Coral lo componen más de doscientas cincuenta composiciones de polifonía
religiosa y profana y, de entre ellas, la mayor parte pertenecientes a los
siglos mencionados.
Abiertas de par en par
las puertas del éxito y conocido el camino por el que discurrir, la Coral
comparte los laboriosos ensayos —especialmente aderezados de tesón por cuanto
muchos de sus componentes carecían de formación musical— con señaladas intervenciones
que van jalonando su ya destacada trayectoria. En los primeros, plagados de
anécdotas, camaradería y excelente humor, se pone a prueba la capacidad musical
y humana de nuestro protagonista y en los segundos la estabilidad emocional que
de su responsabilidad se deriva. En ambos casos, el singular talante de un
hombre permanentemente puesto a prueba sale indemne y la Coral se consolida.
Aquella entrañable
Coral, —«Compuesta por veinticinco voces mixtas, llenas del más exquisito gusto
por el arte del sonido»— cuyos componentes configuraron el proyecto inicial,
pertenecen a la generación esforzada que ha dado lugar a la participación en la
misma de un colectivo de más de cien coralistas procedentes de los más diversos
ámbitos ciudadanos. Singularidad ésta para un grupo que, nacido con
aspiraciones revitalizadoras para su parroquia, se ha convertido en meta
—incluso ansiada— para muchos aspirantes a la interpretación coral de calidad,
aun siendo ajenos al barrio y sus inquietudes.
Efectivamente, el
extenso historial que conforma la trayectoria de la Coral de «Cámara San
Esteban» seguramente supera lo que sus entusiastas alentadores pudieron soñar
para el grupo. Conciertos para UNICEF, Festivales de España, Semanas de Música
Antigua, Ayuntamientos, Diputaciones, Asociaciones Culturales de todo tipo y
Comunidades Autónomas en España. Giras por Francia, Alemania, República Checa y
Gran Bretaña en el extranjero y, finalmente, cuatro grabaciones musicales de
incuestionable calidad son una muestra abreviada de su dilatado quehacer. Pero
con ser importante esta relación, no lo son menos sus numerosos conciertos
didácticos en centros escolares de la ciudad a demanda de sus «apas» o las múltiples
colaboraciones para solemnizar festejos patronales en apartados lugares del
mundo rural de la provincia e incluso la participación en emotivas
celebraciones religiosas de carácter familiar.
No se puede olvidar
tampoco su decidida colaboración con otras agrupaciones del mundo coral de la
ciudad y provincia con las que ha compartido frecuentes muestras musicales, una
de las cuales, y con relieve de acontecimiento anual, lo constituye el tradicional
Concierto del día 26 de diciembre, festividad de San Esteban, que tiene lugar
en la Iglesia de San Nicolás. Este evento, por la calidad del programa —al que
han contribuido expresamente compositores burgaleses del prestigio de Alejandro
Yagüe y Pedro María de la Iglesia— y de los grupos que en él participan junto a
la Coral, se ha convertido en exponente cumbre de la celebración musical
burgalesa de la Navidad. En los últimos años la especial colaboración de la
Orquesta del Conservatorio ha añadido calidad y prestigio al acto.
De la mano del ilustre
musicólogo y folklorista castellano Joaquín Díaz, la Coral recibió la propuesta
de su primera grabación musical que se llevó a cabo en 1979. Disco monográfico,
conteniendo un total de dieciocho canciones de Juan del Encina, supuso para el
grupo la primera y más apasionante experiencia de esta índole y con ella le
cupo el honor de ser pionera en la divulgación musical de tan excepcional
compositor renacentista.
El párrafo anterior, coherente con la
calidad interpretativa que ya era conocida en ámbitos musicales de la crítica y
los profesionales de la región, refleja la confianza depositada en el grupo por
quien, siendo un músico de consagrado prestigio, se proponía ofrecer a
melómanos y aficionados una grabación de calidad llevada a cabo con las máximas
garantías.
En la misma línea de
juicio y tras un concierto dado en la iglesia de San Andrés de Valladolid se
expresaba el crítico musical Ángel Luis G. Fraile, en su columna del Norte de
Castilla, aludiendo a la Coral de Cámara «San Esteban»:
«...El más exquisito gusto preside todas y
cada una de sus interpretaciones. La comprensión del repertorio
medieval-renacentista es grande y su traducción sonora depurada, pulcra y llena
de sutilezas. Las voces, de emisión dulce, nunca resultan forzadas y ligan las
frases con limpieza. Las versiones resultan así muy musicales, atractivas y
convincentes...
...Las veinticuatro voces se encargaron de
demostrar a lo largo del recital su autoridad y peso específico en el campo de
la interpretación de la música del Renacimiento...»
Tras el disco
monográfico, se repitió la experiencia en dos nuevas ocasiones producidas
igualmente por Joaquín Díaz: «Romances del Renacimiento» —«disco de enorme
interés para el estudioso del romancero castellano y de la música española del
siglo XVI», lo calificaría Andrés Ruiz Tarazona en la Hoja del Lunes de Madrid
(27-10-80)— y «Dos Misas Tradicionales» —«misas que fueron muy frecuentemente
interpretadas a lo largo y a lo ancho de la geografía rural castellana, e
incluso fuera de ella. Compitieron en popularidad durante largas épocas con
otras similares, también en latín, como las llamadas de “Pio X” y “de Ángeles”»,
argumenta Joaquín Díaz justificando así la recuperación de ambas—. Finalmente,
y con motivo de la celebración del XXV Aniversario (1997) sacó al mercado un
cd, «Navidad Hoy y Siempre», en el que se hace un recorrido por las
composiciones navideñas desde el siglo XVI hasta nuestros días. En dicha
grabación participa igualmente la Orquesta del Conservatorio Municipal de
Música «Antonio de Cabezón».
Aunque las abundantes
anécdotas que han aderezado la trayectoria del grupo no son pretensión del
argumento fundamental de este relato, sí pueden ilustrar la capacidad de
integración de sus componentes y, de manera especial, su permanente disposición
a la vocación común. Baste una sola muestra para confirmar el aserto. Paralela
a su afición musical, discurren los afanes de enriquecimiento cultural y con
ellos la visita a notables muestras de la arquitectura civil o religiosa de los
lugares en que recalan. Visitaba la Coral en pleno la catedral de Metz
—solitaria a esas horas— y sobrecogidos por el gigantesco espectáculo de su
nave central —más de cuarenta metros de altura— «…el primer grupo que inicia la
visita no resiste la tentación, lanzados como estamos a hacer música por
doquier, de interpretar algunos cantos de nuestro repertorio. Suenan
sucesivamente «Popule Meus» y «Oh Jesu Christe» y desde la altura nos llega un
caluroso aplauso que intimida por la procedencia. No, no es sobrenatural. Se
trata del organista que está encaramado tan alto que parece más próximo al
cielo que a nosotros…» cuenta en su diario el cronista de aquel memorable viaje
a la Alsacia y Lorena francesas.
Y, por fin, llega el
ansiado momento de la efeméride. Como en los matrimonios bien consolidados, la
Coral celebra en 1997 y con la máxima brillantez su «Aniversario de plata».
Veinticinco años ininterrumpidos de esfuerzo consolidado merecen una reflexión
y un hito. Y a ello se entregan con ilusión todos sus componentes. Elaboran un
apretado programa semanal de conciertos, previo a la celebración cumbre de su
santo patrón, y en él intervienen con lo mejor de sus repertorios otros grupos
de paralelo prestigio: Escolanía de niños de coro de la Catedral, Coro de voces
blancas del Conservatorio de Música Antonio de Cabezón, Coral «Santa María la
Real y Antigua», Schola Cantorum del Círculo Católico de Obreros, Orfeón
Mirandés, Coral Polifónica de Salas de los Infantes, Orfeón Arandino «Corazón
de María», Coro Universitario de Burgos y Orfeón Burgalés. Tanta calidad y
aliento empujan a aquella balbuciente coral del 72 —en opinión de algunos
nacida con augurios de mermados éxitos y breve recorrido— al cenit de sus aspiraciones
parroquiales. Finalizada la semana de conciertos con un éxito musical y de
audición irrepetible, llega la celebración patronal y con ella el colofón.
San Nicolás, asombrado
de tanta maravilla vivida, cede su sitial al patrón y San Esteban, regocijado,
ofrece al Niño Dios el memorable concierto que le dedican al unísono La Coral
de Cámara «San Esteban» y la Orquesta del Conservatorio. Se desgranan airosos
villancicos y, entre elocuentes aplausos de aprobación del público que abarrota
el templo, ambos directores hacen gala de lo mejor de su sensibilidad. Nuestro
héroe, presa de la emoción más intensa, toma la batuta que, entre vacilante y
resuelta inicia su intervención.
No es fácil, para quien esto escribe,
relatar con precisión las sensaciones que ahora le embargan a Juan. Porque hay
dos y ambas tan contradictorios que ello explica su vacilación y entusiasmo
paralelos. Difícil encrucijada para quien ha amado tanto a la Coral que por
ella ha sido capaz de esconder los sentimientos de amargura que ahora le
acosan. Sereno, con el gesto amable y alentador que transfigura su imagen en
cada concierto, inicia el vuelo la batuta liberadora y los decididos compases
de la Orquesta llenan el aire del templo invitando a las voces amigas a la
emoción. Y esta surge, como cascada limpia y prometedora, ofreciendo al héroe
su solidaria comprensión y cariño. Y embarga dolorida a los cantores porque
entre ellos hay una voz ausente. Cantan, sin embargo, entre rendidos a la entereza
de su director y la congoja contenida que les invade. Falta Merche, «...esposa,
coralista y musa de este hombre que, a los diecinueve años tomó una batuta y
dibujó con ella durante veinticinco ininterrumpidos una cascada de sones
armónicos y un calderón de acentos musicales...» acababa de decir Jesús López
Sobrino en sus palabras de homenaje al director cuando presenta el acto.
Finalizado el concierto se celebró la
fiesta profana a la que se sumó Merche. Allí estuvo, gigantesca de espíritu y
dignidad en un cuerpo dolorido, mostrando la grandeza de un ser que reunió sus
últimas fuerzas para repartirlas entre los presentes. Ahora, desde el más allá
y junto a su primogénito Juan José, nos observa indulgente y protectora para
nuestras cuitas y afanes.
Y esta es la visión
parcial de quien, obligado a observar por razón de oficio, ha decidido hacer
balance exclusivo de virtudes para quien como juan José Rodríguez Villarroel ha
hecho suficientes méritos para que la vida no le demande otras exigencias.
Burgos, 22 de diciembre 2001
Eduardo García Saiz
martes, 18 de junio de 2024
CANTANDO A LA NAVIDAD EN NUREMBERG
Después de largo viaje llegamos a un singular hospedaje, concebido sin duda para albergar a jóvenes estudiantes insolventes por definición: Jugend Economy Hotel (Hotel Juvenil Económico). El aspecto de la posada no puede ser más acogedora. En realidad, no es lo que puede entenderse como hotel porque a medida que uno entra en contacto con sus dependencias descubre que cada una de ellas y cada mueble o detalle han sido seleccionados con criterios exclusivos de funcionalidad. Parece concebido para albergar gente joven y en ello radica su atractivo. Sin duda es lo más parecido a lo que en España entendemos como un albergue. Nada es vistoso ni deslumbrante. Todo está concebido con el diseño más simple y funcional. Ni siquiera destacan elementos estéticos. as habitaciones, reducidísimas, son sin embargo suficientes para albergar dignamente a dos personas. No hay llaves y se accede a ellas mediante un código numérico y electrónico. La ocuparemos Mary y tiene a la derecha de la entrada un peculiar armario hecho a base de varillas metálicas entramadas. Una serie de anaqueles entre ellas sirven para depositar las ropas y demás bártulos. A la izquierda está el minúsculo aseo que alberga el inodoro, un lavabo y la ducha. Cuando se da la luz en el interior del pequeño recinto, entra en funcionamiento simultáneamente un extractor de olores. A continuación de la pared que completa el baño, hay un espacio encajonado que llega hasta el borde lateral de la única ventana de la habitación. En él hay dos literas superpuestas y a la superior se accede mediante una escalera adosada que, aunque incómoda para el abordaje, resulta fácil para el ocupante porque sin duda la recompensa del sueño es suficiente incentivo. En las literas no hay colchones ni muelles convencionales. Sólo unas tablas y sobre ellas un jergón con almohada del mismo tipo y un edredón. Suficiente todo para disfrutar de un sueño más que anhelado.
En esta habitación, Mary abajo y yo arriba, descansamos nuestra primera noche alemana sin ningún contratiempo. Ni siquiera frío hemos sentido a pesar de lo que parecía precaria dotación de ropa de cama. Pronto se llena el recinto de los celtíberos comensales, nada bulliciosos, por cierto, y uno a uno damos cuenta del menú elegido. Finalizado el condumio, nos reunimos en el vestíbulo de recepción que ahora observamos con más detenimiento que a nuestra llegada. No difiere gran cosa de cualquier otro hotel; puerta de entrada con apertura y cierre electrónicos; mostrador con equipamiento tradicional para el servicio del cliente; casillero para llaves y correspondencia y un par de oficinas interiores para la administración. Se está ciertamente cómodo en el lugar y la temperatura de su interior no hace ni siquiera sospechar el intenso frío que hace en la calle. Muy pronto lo vamos a comprobar porque hacia las diez de la mañana llega hasta el hotel una guía que nos va a acompañar en un apresurado recorrido turístico por la ciudad. Más tarde cada uno lo ampliará a su modo.
Visitamos la vivienda del famoso pintor Alberto Durero, la Tiergärtnertorplatz, popular centro de cita de turistas, el balconcillo en el Sebalder Pfarrhof (de alrededor de 1365) adornado ricamente con ornamentos y relieves, etc. para desembocar finalmente en la Plaza Mayor y Schöner Brunnen que por ser Adviento se halla en plena celebración de la feria navideña más famosa de Alemania, la "Christkindlesmarkt". Aquí se despide amablemente nuestra “cicerone” y cada uno se pierde en el intrincado laberinto de preciosas casetas que ofertan a los visitantes toda suerte de delicias gastronómicas y objetos para la decoración navideña. La comida en nuestra particular posada consiste en una especie de paella repleta de deliciosos y abundantes tropiezos de carne, ensalada de maíz, alubias y un sorbete. Una excelente jarra de cerveza completa el menú que acabamos pronto para reanudar presurosos la visita a la ciudad antigua.
Entramos en grupo, nueve o diez, al Café Hotel Kroll. La camarera, que no sabe inglés, pero me ofrece el danés a cambio, se esfuerza en comprender nuestras peticiones y conseguimos las demandas sin un solo error. Yo he pedido leche caliente con miel porque mi catarro, terminado de curar hace tan sólo unos días, amenaza con rebrotar y me tiene preocupado porque deseo cantar dignamente. Calles especialmente iluminadas y engalanadas para la Navidad, atractivos escaparates para colmar las más caras ilusiones y músicos a la captura de auditorio y recompensa para su arte nos bordean hasta la llegada. En nuestro comedor reanudamos la interrumpida tertulia del café Kröll. Al fin, se impone la necesidad de un breve refrigerio para reparar fuerzas y calmar apetitos y con este propósito nos reunimos para terminar de consumir las ya mermadas viandas traídas de España. Apiñados en una de las habitaciones nos situamos en torno a los embutidos, quesos, pimientos, pescados y un largo etcétera que una bota de vino de Rioja se encarga de regar. Con este refrigerio nos reunimos para ensayar nuestras intervenciones.
La sobremesa resulta espontáneamente emotiva porque algunos compañeros comienzan a entonar villancicos y de entre el resto de los comensales que nos acompañan en el comedor surgen emocionadas lágrimas femeninas. Parece que el buen hacer de la Coral suscita emociones aún sin pretenderlo. Un grupo de señoras nos piden alguna otra canción y damos satisfacción a su demanda que agradecen con entusiasmo. A las seis cantaremos en el estrado frente a la plaza del mercadillo. Hace mucho frío y albergamos algún temor de catarros como inevitable consecuencia de cantar en semejantes circunstancias. Próximas las seis de la tarde subimos al estrado. Un operario ultima los preparativos de megafonía en cuya fidelidad confiamos porque la abarrotada plaza en nada ofrece garantías de sonoridad.
Nos
gustó el Café Kröll y allí nos dirigimos la larga decena del día anterior. El
acomodo conocido no está disponible y buscamos otro en la planta baja. Con el
deseo de no perturbar la calma que se respira en el concurrido salón, juntamos
mesas, pedimos bebidas y renegamos del carácter casi hostil con que nos recibe
la más que arisca camarera. Mucha edad y poco entusiasmo para servir
adecuadamente a damas y caballeros castellanos. Durante la tertulia que se
improvisa, aprovecho para tomar algunas notas con destino a mi diario y, apenas
consumidas las infusiones, cafés y cervezas, aparece la ajada walkiria
reclamando ostentosamente el importe de la cuenta a la vez que señala su reloj.
Lo de ser tonto interesado es universal y la señora lo practica quedándose con
las vueltas que nadie le propinó. La ira celtíbera sube de grado y nos
retiramos no sin antes dejar muestra de nuestro enfado de urea mal contenida en
los impecables urinarios del local. Son las siete y, efectivamente, el café
está apagando luces y recogiendo velas. Seguramente a la abuela le esperan los
nietos en casa y eso le impulsaba al apremio. Comprendido.
Tengo que contar alguna breve anécdota de ascensor porque esta mañana lo hemos compartido con una pareja alemana más locuaz de lo habitual. Deducen nuestra condición de españoles y ella contesta afirmativamente a mi pregunta de si sabe hablar nuestro idioma. Manifiesta saber un poquito y me lo suelta de un tirón cuando llegamos a la planta baja: "buenosss díasss, buenasss tardesss, buenasss nochesss..." Eso es todo. Me parece que mi alemán de tres días es más abundante. La ciudad antigua está abarrotada y apenas se puede transitar con la desenvoltura de los días anteriores. Parece que es normal teniendo en cuenta que es fin de semana y lo popular de la celebración. A pesar de la multitud, un estornudo hispano puede trastornar la absoluta quietud de toda la concurrencia en la plaza.
La hora de la comida resulta más animada que en los días pasados si cabe, porque cada uno cuenta compras, experiencias y visitas. Anarquía en los precios para un mismo objeto suenan entre los comentarios más comunes y la visita al Museo del Juguete como experiencia más gratificante y generalizada. Terminada la comida —costillas adobadas, arroz helado y cerveza— nos escapamos. Mary y yo al aire fresco de la calle en busca de un ingenioso belén que al fin no encontramos. A cambio algo mercamos en un supermercado próximo. Para consumir durante el viaje de regreso.
Son las seis de la tarde en St. Leonhard cuando iniciamos nuestro concierto formal. Concurrencia discreta, como en España. Algunos alemanes y varios emigrantes españoles. No sé quienes más. Una señora de La Horra pone el acento burgalés entre los últimos. Hace un frío tremendo y todos estamos deseando terminar. Especialmente las chicas que se quejan de su liviana indumentaria y echan de menos algo de mayor entidad para cubrirse. Son las veinte horas cuando salimos de la ciudad. Llegaremos mañana a Burgos alrededor de la misma hora.
Veinticuatro horas de películas, sueños, paradas, canciones y risas. Hasta consigo afeitarme en una bien equipada área de servicio, ya en Francia; con brocha, jabón y cuchilla. Después del aseo, me pongo a la cola del autoservicio para tomar un cafelito caliente, croissant con mantequilla y listo. Burdeos es la más inmediata referencia en la continuación del viaje —meta psicológica que se dice ahora— que aún queda lejos y hay que seguir camino. Por fin pasamos la ciudad y es la una y cuarto cuando Luis nos acomoda en una excelente área de servicio para consumir, entre árboles y mesas de campo, las últimas existencias gastronómicas traídas de Burgos, —¡increíble semejante hazaña despensera! — junto a algunas otras compradas el sábado en Nuremberg. En la tienda de Souvenirs dejo los últimos francos a cambio de una botellita de "Pineau des charentes" y una latita de paté que compro por consejo de Gabriel. La última parada será ya en las proximidades de Vitoria para tomar la última cerveza. Un estirón de piernas, el último resoplido y son las ocho menos cuarto cuando avistamos la catedral. Misión cumplida. Manolo “Figuras” nos trae a Mary y a mí hasta casa en su coche, —amabilidad impagable a estas alturas de otoño—, que le esperaba pacientemente aparcado en espera de nuestro regreso. Ya en casa, deshacemos maletas, merendamos sobriamente y nos acostamos para recuperar el incierto sueño del autobús. Mañana es día de escuela.
lunes, 17 de junio de 2024
UNA SAÑOSA PORFÍA
Andaba yo en mis tareas docentes, empeñado en conseguir que el colegio “Apóstol San Pablo”, —nacido para envejecer
a corto plazo—, ¿?,
compartiendo docencia con mi compañero Juan José R. Villarroel, a la sazón director
de prestigio en el mundo musical de las corales burgalesas. Sus muestras diarias
de entusiasmo en torno a la Coral de Cámara “San Esteban”, que era su ensueño permanente,
le llevaron a convertirme en coralista añadiéndome al grupo de los bajos, sin otro mérito que mi afición al canto. No
era un buen momento porque la tarea docente que compartíamos consumía la mayor
parte de mi tiempo. Mi condición de responsable en la buena marcha del nuevo
colegio significaba una atención sin límite horario alguno, y añadir un nuevo
compromiso cultural lo hacía más difícil todavía. Sin embargo, ganó su insistencia
y me convirtió en un hombre feliz participando en ensayos y conciertos, en la más
hermosa experiencia de coralista, siempre soñada y nunca realizada, hasta aquella feliz incorporación..
Incluso me cupo el honor de vivir
la primera de las grabaciones LP del grupo, de cuyo programa forma parte la que
es expresión magnífica protagonizada por el solista José Ignacio M. Eraña.
compañero también en el colegio, y voz entre voces magistrales, para
interpretar “Una sañosa Porfía” composición genial del autor Juan del Encina en
el siglo XVI.
Pasados casi cuarenta años de experiencia musical con el grupo, decidí disfrutar de su música desde la grada junto a los melómanos adictos y, ahora, me entretengo en divulgar las numerosas hazañas del colectivo con muestras video-grabadas de su bien hacer.
Nota. El Colegio Apóstol San Pablo, contra viento y marea, sigue lleno de prestigio y dispuesto a convertirse en cincuentenario (1975/2025)
LACON CON GRELOS Y PULPO
Hemos llegado en tropel a la fortaleza de Montenegro, ávidos de historia, leyendas y emociones. En grupo tan heterogéneo como decidido inicia la visita que transcurre con el alma absorta y la cámara en ristre para añadir imágenes al inmenso acervo fotográfico que cada uno ha acopiado en esta histórica visita a la siempre idílica Galicia.
Entre todos los visitantes, hay un hidalgo castellano cuya dignidad caballeresca destaca entre el resto de los mortales integrantes del colectivo; un semblante cubierto por espesa y entrecana barba que realza bajo su mirada limpia; cabello recortado que enaltece sus orígenes feudales y una apostura medieval que completa su atractiva personalidad, componen la figura que va a ser objeto de tarascada protagonizada por las malévolas meigas.
Sin duda, la presencia de tan señaladas deidades del mal ha puesto su mirada en nuestro apuesto caballero. El grupo, entre diletante y absorto, se mueve diligente en torno al cicerone, que acaba de poner su saber y entender a la presencia de los ávidos viajeros. Nuestro héroe, sin embargo, sigue ensimismado contemplando tan belleza arquitectónica como se acumula a su alrededor e ignora cómo el grupo entra en el cobijo de un espacio cerrado y repleto de historia medieval.
«As meigas» aprovechan la oportunidad para atraer a nuestro héroe y apartarle con intenciones perversas. Llenan su mente de incertidumbres y misterio para convertirle en un alma perdida en la espesa vegetación de la profunda Galicia. Empujado sin dirección ajustada, camina el hombre, entre perplejo y atemorizado, hasta desembocar en una insólita calzada, desconocida e ignorada de planos y registros, en la que decide esperar su rescate.
Don Alonso Quijano, caballero de la triste figura y desfacedor de entuertos, está al quite y, una vez más, ésta desde ultratumba, descubre el entuerto provocado por las pérfidas magas. Consciente de la urgencia en devolver a su transida esposa y dama doña Teresa, decide intervenir poniendo al cabo a dos caballeros del volante: don Tristan de Ulloa y don Roldan de Lavandeira, ―herederos directos de las hazañas del buen don Quijote―. La ruta, sometida a encantamiento, que no aparece ni en los mapas ni en registros controlados, es descubierta al fin, y hacia ella cabalgan veloces e impacientes a rescatar a nuestro amigo, tan solitario como perdido y perplejo. Allí está, junto a la señal perdida, a la espera de liberación que será el último agravio desbaratado por nuestro ilustre manchego.
La llegada al abrigo común es recibida con la algazara que releva entusiasmada a la incertidumbre, el desconcierto y la angustia provocada por un mal de ojo de las malvadas meigas; que nadie ha visto jamás pero, como confirma este singular relato, «haberlas haylas» … A mis muy queridos amigos Antonio Barrio y Teresa Hernández
Eduardo García Burgos 5 de junio de 2016
Eduardo García